ShAan en meditación

Ahora que me he retirado de mis obligaciones para meditar, a tierras de un continente que no figura en los mapas, y que algunos magos frecuentan, encuentro oportunidad para escribir alguna parte de mi historia, a grandes rasgos, para que la conozcan a mi regreso.

Estoy en la búsqueda del paradero de mis verdaderos padres, del origen de mi linaje. No creo que hayan tenido mucho estudio, o hayan sido hábiles con la ciencia o las artes de la guerra, tampoco que hayan tenido recursos para mi crianza y educación, por eso creo que entiendo la razón de mi abandono tras mi nacimiento.

Fui encontrada a mis pocos años de vida, vagando por la isla de Talking, entre goblins y wolves, intentando afrontar el mundo sin ninguna herramienta de supervivencia mas que la intuición y el azar, y una pequeña estrella, que tenia entre mis ropas, que no sabia cual sería su función, pero sabia que la conservaría con mi vida, ya que con ella había aparecido en ese mundo.

Fui encontrada por una elfa de las sombras, devota de Shilen, perteneciente a un alto estrato en su sociedad, ella fue quien me vistió, me guió y me enseñó a usar mi magia, entrenándome con paciencia y perseverancia. Me llevo con ella y me presento ante su Señor, quien le permitió dejarme pertenecer a su reinado bajo su responsabilidad y protección.

Cuando fui un poco mayor y empecé a comprender algunas cosas de este mundo, comencé a interesarme en descubrir los continentes, conocer otros imperios.

Empecé a viajar por cortos periodos, a entrenarme en otras tierras, conociendo magos, guerreros, orcos,… y demás seres algunos amables, otros amigos y otros no tanto. Padecí la guerra lejos de mi gente, la indiferencia, pero así también la lealtad y la amistad.
Perfeccionarme en mi magia era todo le que podía hacer a mi corta edad para el combate, mientras las guardias reales, las ordenes de caballeros y la gente del pueblo combatía en defensa del Castillo de Innadril, y buscaba conquistar las tierras de Aden por el poderío económico y destierro de nuestros enemigos y sus aliados.

Una mañana, mientras sitiaban el castillo de Aden, casi todo el reino, que allí combatía, sucumbió ante las fuerzas de la tierra que por razones que se desconocen (que solo yacen en la mente de algún viejo sabio, recluido en altas montañas) levanto su furia, y abriéndose en dos, dejo pasar a sus entrañas a los fervorosos guerreros y aliados del Legado Real que allí peleaban, desterrándolos de este mundo, sin permitirles su regreso aun hasta estos días.
Muchos de los guerreros y magos que participaron y sobrevivieron, decidieron retirarse por sus propios medios. De ellos casi ninguno se ha vuelto a ver.

En esa batalla desapareció la mayor parte del imperio en el que había logrado mi espacio, los guerreros mas experimentados, los magos mas entrenados, hasta el mismo Señor y mi tutora había desaparecido. Eran ahora tierras desoladas, donde las sombras y el vacío dominaban, donde ya nada quedaba de esos días en que la gente abundaba y el movimiento del pueblo era incansable y en permanente progreso. La desolación había venido a tomar mi vida otra vez.

El desamparo, y el abandono, me habían sentado a pensar sobre mi estirpe, mi herencia y mi sangre.
Volví a vagar sin rumbo, buscando respuestas a mis necesidades, sin encontrar siquiera las preguntas, pero ya con algo de camino recorrido, y con gente que conocía mi nombre en otros suelos.

Así fue como junto a un guerrero humano, compañero de ruta, emprendimos un camino duro y complicado, que se baso en la búsqueda de la gente de mi pueblo, reunir aquellos vagabundos que como yo, habíamos quedado a la suerte de nuestros pasos, los que seguirían hasta donde el viento dispusiera.

Así comenzó a levantarse un pequeño pueblo, en un lugar de Dion, donde arrumbados de desesperanza, vimos brotar un fino hilo verde de entre las cenizas, que vino a traernos un nuevo anhelo, de unión y prosperidad.

Nueva gente iba llegando de otras ciudades, gente que había vagado mucho tiempo venía a descansar al reparo de nuestras casas y la bondad de nuestro pueblo. Fuimos siendo más, tratando de ayudarnos entre nosotros, aunque nunca se lograba más de un día de armonía…
Allegados al gentío se acercaban, algunos se quedaban, otros no… ya éramos muchos y necesitábamos una organización con normas estables e imperturbables, lo cual no provocaba gracia para la mayoría, acostumbrados al trabajo aislado e individual, que ahora tuvieran que hacerlo en conjunto y de modo organizado, sino no podríamos sostener los beneficios que les eran otorgados. Así fuimos estirando el tiempo, aguantando y consintiendo, para no tomar decisiones bruscas que lleven a la evasión y fuga, sino que buscábamos la comprensión y entrega de nuestra gente.

Idas y venidas pero nada lográbamos, no avanzábamos demasiado, solo un paso al progreso, y dos hacia el fracaso…

Al solidificar las normas, muchos empezaron la retirada hacia otros reinos -algunos amigos otros no-, y como no quería quebrantar tanto trabajo, con las permisivas otra vez, decido alejarme, dejando un guerrero Kamael -últimamente mas allegado y preocupado por las tareas organizativas- en un puesto de comisionado / delegado, lo cual no resultó simpático para muchos, optando por la evasión y mas aislamiento, o coalición entre ellos.

Muchas cosas han pasado desde la ultima vez que conté la historia… aun estando lejos llegaban a mis oídos las noticias de nuestro pueblo, noticias no muy alentadoras.

Firmes a nuestros ideales se fue tratando de que los brotes de nihilismo empezaran a no tener lugar en el pequeño nuevo reino, por mas despejado que quedara nuestro pueblo ante tal éxodo.

Creo que este reposo de meditación ha alcanzado su finalidad y solo le resta concluirse.



En otro momento de descanso continuare con este relato, invito a que compartan los suyos..

Quiero ++++++ esta muy interesante tu historia Rubia---XD